DIARIO EL TIEMPO DE QUITO
8 DE JULIO DE 1978
Contra viento y marea
EL LENGUAJE POLÍTICO
Javier Simancas C.(Juan de la Luna S.)
Oír hablar en términos como “...vamos a implantar la justicia social con libertad”; “en mi Gobierno se impondrá la Nueva Democracia”; “haremos la redistribución geográfica del ingreso...”; “Vamos a eliminar la explotación y la miseria”; “haré el Milagro ecuatoriano”; “nuestro gobierno será de los trabajadores del campo y la ciudad...”, en fin tantos slogans, como si se tratara de introducir algún producto en el mercado, es el nuevo lenguaje político que utilizan los presidenciables, dentro del libre ejercicio de la democracia en época dictatorial.
Pero, este lenguaje político de las “nuevas figuras” es una vieja estrategia que ha sido registrada desde la época floreana, garciana, alfarista, juliana y velasquista y que reaparece luego de ocho años para exponerse por diferentes canales como la radio, la televisión y complementada con el discurso sin contenido pronunciado en las tarimas.
¿Cómo pretender un cambio social, una transformación de estructuras -entendido ésto como lo pregonan los “nuevos políticos”- en América y en Ecuador, después de la experiencia Allendista en Chile y antes en República Dominicana?.
El tinte revolucionario de las tesis de Gobierno expuesta unilateralmente por los partidos y alianzas electorales que respaldan a seis candidaturas presidenciales tienen una marca: engañando se engañan creando falsas ilusiones moldeando y distorsionando el sentimiento de hombres y mujeres que esperan mejores días para sí y los suyos.
¿Qué pasaría si los ecuatorianos exigieran realmente el cumplimiento de tan sociales slogans?. Más honesto, real y práctico sería que los futuros conductores del Gobierno constitucional dediquen sus esfuerzos a reformar, mejor dicho a “reconstruir” los vacíos heredados en el campo cultural, educativo, nutritivo, productivo, industrial, agrícola.moral,ético y político.
Hablar de cambios suena hueco, procurar reformas interesante, hacer innovaciones, lo certero.Además el orden jurídico del Estado no necesita promesas insurgentes sino hechos concretos, cumplimiento fiel de la Carta Política aprobada en referendum, necesita encarar el problema indigenista relegado por siglos.Para gobernar hay que estar de acuerdo con el sentido de las palabras, pero el “lenguaje político” es tal, como permanente es el statu quo.