DIARIO EXPRESO DE GUAYAQUIL
17 MARZO DE 1990
UN PAIS DE ADICTOS
Javier Simancas C.
A los males económicos, políticos, culturales que tiene la nación se suma y quizás sea el más grave de todos: la drogadicción.Datos oficiales aseguran que no hay ecuatoriano pequeño o grande, hombre o mujer que en su vida no hayan ingerido licor, consumido cigarrillos o haya tomado medicamentos sin receta médica.
Esto se considera ya como un síntoma de que la población ecuatoriana consume las drogas llamadas “sociales” pero también de las otras,aquellas que producen más emociones pero daños irreparables a la salud, a la familia y la sociedad.
Según un estudio de Fundación Nuestros Jóvenes entre el 75 y 84% de la población ha consumido alcohol, el 72% lo hace por lo menos tres veces al mes; entre el 67 y 87% menos dos veces por semana. En cuanto al cigarrillo, dice el documento, que más de la mitad de ecuatorianos ha consumido tabaco alguna vez en su vida. Ha comenzado a los doce años y ahora por lo menos el 60% de ellos siguen con el hábito. En cuanto al consumo de marihuana, cocaína, aunque los datos no son tan precisos, hay evidencia que algunas de han llegado a diferentes niveles de la sociedad, especialmente a jóvenes de ingresos altos y se abre camino entre la de escasos recursos económicos.
Las ciudades más populosas y cinturones fronterizos son los que mayores evidencias muestran sobre su consumo. Este mal social ha fortalecido las bandas de narcotraficantes nacionales y extranjeros que con diferentes caras han echado hondas raíces en nuestro territorio. La multiplicación de redes de narcodefensores, narcopolíticos, narcojueces, narcopolicías, narcodiputados, narcoindustriales, narcobanqueros,testaferros, lavadores de activos fortalecen esta subterránea sociedad de delito, de corrupción y violencia.
Mucho se insiste en el país no hay peligro en relación a los países vecinos ¿ Acaso que esté tiene que ser más evidente para mostrar su real poder? Son su naturaleza ilegal y su poder económico su fuerza vital. Son las falsas apariencias las que también distorsionan la realidad. El gobierno debería con seriedad afrontar este fenómeno so pena de convertirse en corresponsable de su generalización en todo el territorio nacional.