Por Hernán Patricio Orcés Salvador
Resulta contradictorio que quienes en algún momento ostentaron algún poder especial, sea en la política, en la administración pública, en la educación, en las fuerzas armadas y policía, en el sector privado y tuvieron esa enorme satisfacción de mandar gente y tener la autoridad para ejercer el poder, de repente ya pasado a lo mejor ese período, todo cambió en sus vidas, pues ya no van a disponer de esa gloria que les enalteció cuando ostentaban esas altas investiduras. Quizás se sientan sorprendidos de que esa pleitesía que les rendían sus subalternos, sus compañeros, desaparecieron en un santiamén.
Qué ingrata es la vida ante esas contradicciones que se producen entre estar en el poder ejerciendo alguna función de mando y de repente cambiar su situación y volver a su vida apacible y normal hogareña, quedándole sólo esos recuerdos de su paso por aquellas a lo mejor altas funciones que pudo haber cumplido. Es triste ver casos donde antes se vanagloriaban de su inmenso poder y de repente verse sumidos en un total abandono, sin que nadie ya les rinda ninguna pleitesía.
Muy bien lo relataba Gabriel García Márquez, en una de sus extraordinarias obras, la denominada el General en su Laberinto, haciendo referencia a los momentos finales de la vida del gran Libertador de América Simón Bolívar, quien yacía en un lecho abandonado por todos, quienes en su momento de esplendor lo elogiaban y enaltecían como a un ser extraordinario y glorioso y allí en el ocaso de su vida, todas esas enormes multitudes que le aplaudían y vitoreaban habían desaparecido y sus sentimientos más íntimos fueron de desasosiego y desesperanza.
Muy triste ver y observar el deambular de esas personas que en algún momento se destacaron en algún puesto en particular y que al volver a sus actividades a lo mejor sólo ya hogareñas y recorrer ciertos espacios públicos, ya nadie se acerca a saludarlos, peor aún a mostrarles esas mismas demostraciones de aprecio y simpatía como cuando estaban en funciones, quienes quizás se hacen cómo que ya no las conocieran. Qué triste esta realidad de la vida y la naturaleza humana como tiende a comportarse.