Por Fernando Borja Gallegos
27 de abril de 2019
El primero de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo, día festivo por resolución del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, que tuvo lugar en 1889, en París-Francia.
Como precedente, fundamental rememorar qué en Estados Unidos, en virtud de Ley se prohibía trabajar más de 18 horas diarias, salvo caso de necesidad.
Ante semejante abuso, en Nueva York y Chicago, aparecieron los reclamos que buscaban que se establezca ocho horas de trabajo. La mayoría de los trabajadores se encontraban afiliados a la “Noble Orden de los Caballeros del Trabajo” y a la “American Federation of Labor”, ésta más combativa y con mayor influencia que la primera.
El 17 de octubre de 1884, el Cuarto Congreso, advirtió que “Sí no hacía efectiva la reducción de la jornada laboral a partir del primero de mayo de 1886, la Central Obrera iría a la huelga general”.
Por lo expuesto, el Presidente Andrew Johnson, sancionó la Ley Ingersoll, por la que se establecía ocho horas diarias de trabajo. La mayoría de los Estados expidieron leyes que consideraban “jornadas de trabajo” de ocho a diez horas, pero todas contenían normas que permitían obligar a los trabajadores laborar hasta 18 horas.
Por tanto, resultaba una burla la aplicación de la mentada Ley Ingersoll. La American Federation of Labor, dispuso la huelga general para el primero de mayo de1886.
En la fecha prevista, primero de mayo de 1886, bajo el lema de “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”, más de 200.000 trabajadores se plegaron a la huelga general.
En Chicago, la ciudad con más crecimiento industrial, se extendió la medida de hecho por dos días adicionales. En el parque Haymarket de Chicago, a las 7H30 de la noche, se dio inicio a un mitin en el que participaron alrededor de 25.000 trabajadores, que pedían la jornada laboral de ocho horas. La manifestación se tornó violenta. La policía reprimió con energía: muchos muertos, decenas de heridos y cientos de detenidos. De los detenidos cinco fueron condenados a la pena capital y tres condenados a prisión:
Samuel Fielden, cadena perpetua; Oscar Neebe, condenado a 15 años de trabajos forzados; y, Michael Schwab, cadena perpetua.
George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vicent, Theodore Spies y Louis Lingg, fueron condenados a la pena capital. Louis Lingg al conocer la condena se suicidó en su celda.
En el Ecuador, se debe saludar a todos los trabajadores y empleados, públicos o privados, en el DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES y, además, imperativo formular votos porque aparezcan líderes que representen a las organizaciones sociales y políticas con personalidad y que revestidos de patriotismo guíen a sus afiliados a la consecución de sus anhelos.
Oportuno recordar que, en los pasados años, la mayoría de las congregaciones, gremios e instituciones de toda índole, se dejaron ofender, desprestigiar y humillar.
Por tanto, que los futuros líderes restablezcan la dignidad y que jamás se inclinen reverentes por temor o por vasallos. Que no sean cómplices de aquellos cuya conducta cause daño a la República.
La decadencia y el ocaso de los llamados líderes, permitió que se atente impunemente contra la Unión Nacional de Educadores, contra los Colegios de Profesionales, contra los Sindicatos y, en general, en contra de la mayoría de las Instituciones.