La Cumbre Amazónica reunió a delegados de diversas comunidades, pueblos indígenas, comunidades campesinos, quilombos, organizaciones sociales, líderes religiosos y representantes de la sociedad civil, de 10 países y 14 regiones del Perú. Fue un evento auspiciado por la iglesia católica.
Los participantes hicieron un llamado por el derecho al agua, inspirados en las enseñanzas de Jesús como fuente de agua viva y guiados por documentos papales como Querida Amazonía, Laudato Si y Laudate Deum. Discutieron problemas como la minería, la deforestación y la creciente contaminación, la resistencia de los pueblos indígenas y las comunidades de fe que defienden la vida.
Durante la cumbre, se presentaron testimonios conmovedores sobre el impacto de la contaminación en los ríos, con especial énfasis en la participación de mujeres afectadas por la contaminación de sus fuentes de agua y territorios. A lo largo del encuentro, resonó el clamor del agua que fluye por los ríos amazónicos, recordándonos constantemente la interconexión entre los pueblos y la urgente necesidad de actuar para preservar este recurso vital.
Al término de la Cumbre suscribieron la Declaración por el derecho al agua.
La declaratoria denuncia la crisis ambiental y social que amenaza la vida y el equilibrio territorial, destacando problemas como la minería, explotación petrolera, narcotráfico y extractivismo, que incrementan la contaminación y el cambio climático. La indiferencia gubernamental y políticas destructivas agravan la situación, vinculándose al crimen organizado. Los defensores del agua enfrentan asesinatos, mientras las comunidades sufren conflictos y deterioro social por el mal uso del agua. La falta de apoyo a actividades sostenibles perpetúa la desigualdad, afectando a mujeres, pueblos indígenas y comunidades rurales. Es esencial escuchar estas voces y actuar para proteger los territorios y asegurar un futuro justo.
La lucha por el agua y el medio ambiente es fundamental en un contexto de crisis. Defensores de los recursos naturales resaltan la importancia de proteger el entorno, destacando el derecho de ríos y lagos a fluir sin contaminación, alineado con cosmovisiones indígenas en las cuales el agua tiene un lugar central. La juventud y las y los laicos comprometidos son clave en esta resistencia, promoviendo la justicia ecológica y recordando la responsabilidad colectiva en la protección ambiental. Las prácticas sostenibles de las comunidades ofrecen modelos transformadores, formando un movimiento por un mundo más justo y sostenible, donde la lucha por el agua representa la lucha por la vida.
IQUITOS,PERU (Agencia ANE)._ La Cumbre Amazónica del agua reunió en esta ciudad, a unos 400 delegados para declarar que "Somos Agua, Somos Vida, Somos Esperanza".