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Jueves, 12 Diciembre 2024 22:58

IMPUESTO AL “LLEVE”

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DIARIO  EXPRESO DE GUAYAQUIL *

11 MAYO 1990

IMPUESTO AL “LLEVE”

Javier Simancas C.

El “lleve” como ha sido bautizado no es nuevo. Con diferentes nombres se ha institucionalizado en la vida administrativa, pública y privada de la República. Ha sido, es y será la fuente de la discordia entre adversarios y la plataforma para los aspirantes presidenciales,  a diputados, concejales y consejeros. Las campañas electorales también se sustentan  en la lucha por la moral y  para eliminar la corrupción.

El “lleve” es más alto en los grandes contratos, en las transacciones costosas, pero también entre los pequeños ladronzuelos de bajo nivel salarial. Estos últimos son los pícaros que caen por centavos y a los que más persiguen los órganos de control fiscal. Hasta el momento no ha habido poder humano, peor legislación penal alguna que elimine esta manera de enriquecimiento ilícito de aquellos transeúntes de la política que se sirven del Estado para su provecho.

El mal está arraizado en lo más profundo de la sociedad ecuatoriana, es lo más normal porque la “comisión” del 10 o 15 % no deja huellas. Los nuevos ricos aparecen luego de un prudencial paréntesis de su vida pública y en otros casos paralelamente a su tránsito por el sector público con una desfachatez y desvergüenza que alarma.

Cada vez que los sobornados y sobornadores se inventan más refinados fórmulas para el éxito del cohecho o  coima y consolidar la corrupción. Ya no esperan los intermediarios en la antesala de los locales de los comités de licitación con los maletines negros a cada uno de los delegados, sino que hoy por hoy se abren cuentas en dólares o se entregan bienes-muebles,llaves de vehículos nuevos,  en diferentes partes del país.

En “arca abierta el justo peca” dice el refrán en la tentación de grandes y chicos. Los primeros alcanzan más poder y posiciones, los segundos apenas sobreviven. 

El “lleve”... “lleve” ha recrudecido. Las denuncias vuelan a los cuatro vientos, la denuncia disimula, los órganos de control no tienen pista y los sumarios se arruman en los archivadores, al igual que aquellos  corruptos que pusieron a buen recaudo en los últimos años.

Muchos piensan que este fenómeno social de corrupción pública solo puede ser afrontado imponiendo tributos sobre la base de una exhaustiva investigación de los ingresos susceptibles de caer en estas tentaciones, hasta que un auténtico congreso popular pueda legislar definitivamente contra el enriquecimiento ilícito.

*Este artículo también se publicó en diario La Hora de Quito.

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