Por Fernando Borja Gallegos
28 de julio de 2017
Tuve la grata oportunidad de leer la Revista Rostros, editada en el mes de julio de este año, en ella se publica una interesante entrevista al respetado Maestro y querido amigo Nilo Yépez y, en justo homenaje al artista, la revista reproduce algunas obras del insigne ecuatoriano.
No requiere presentación Nilo Yépez, hombre público, carchense, lugar al que prestigió con su nacimiento y, por ende, dio lustre al Ecuador entero.
En las sencillas respuestas a las preguntas que le formulan, con la inteligencia y profundidad que lo caracteriza sostiene: “Mi obra algunos la han encajado dentro del romanticismo, algunos poetas dicen que soy el pintor de la ternura”. “Mis temas son sin duda el ser, la mujer, el ser humano, el niño, el hombre, la familia”.
En las reproducciones de sus obras a las que hago referencia, precisamente se observa la espiritualidad y bondad que caracteriza a su monumental obras artística.
En las páginas 59, 60 y 61, de la mentada revista, aparece una muestra de sus cuadros, como ejemplo: una madre con su tierno hijo, un pequeño poblado de un apartado cerro andino, rodeado de soledad y de tristeza infinita; y, también se aprecia una mujer que está siendo moldeada por las manos del artista.
Al unirme al justo homenaje a este grande hombre, considero indispensable rememorar la importante disposición del presidente Lenin Moreno tendiente a que “se coloque fotografías en las dependencias públicas de ecuatorianos y ecuatorianas que se han destacado en el país”. Extraoficialmente conozco que en cumplimiento de aquello, se han colocado algunos retratos de ecuatorianos distinguidos.
Con el precedente anotado, formulo votos porque atendiendo lo dispuesto por el Jefe de Estado, se ubique en el Salón Amarillo del Palacio de Gobierno, retratos de ecuatorianos que han aportado en el campo de la cultura, de la dignidad y de la moral, Dentro de ellos se puede citar a Matilde Hidalgo de Procel, impertérrita lojana que fue la primera mujer en obtener su grado doctoral en Medicina en el año 1919, dando ejemplo con su triunfo a la juventud de su época; así también, Tránsito Amaguaña, digna y valiente defensora de los pueblos indígenas, como destaco en la página 137 de mi libro “Evita Perón, el féretro de una mujer apasionada, su tortuoso itinerario”, segunda edición, 2014; Honorato Vázquez, historiador, rector de la Universidad de Cuenca y reconocido educador; Monseñor Leonidas Proaño, íntegro sacerdote, abanderado de los pobres.
Aspiro que al Maestro Nilo Yépez, profesor de la Universidad Central, Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que dentro y fuera del país con grande sacrificio personal expuso su maravillosa colección de cuadros, prestigiando al Ecuador dentro del campo de las artes y de la cultura, se lo reconozca, oportunamente, por el Ministerio de Cultura y, por ende, por parte del Gobierno Nacional.