La miembro de la Asociación ASALE, Asunción Gómez-Pérez dijo que " la IA trata de introducir capacidades cognitivas en las máquinas y en cualquier dispositivo. Cualquier sistema de IA debe percibir el entorno, razonar con el conocimiento que tiene para inferir nuevos datos, decidir cuál es la mejor acción para alcanzar un objetivo y finalmente [...] "adaptar su comportamiento para ver cómo el entorno se ve afectado por sus decisiones previas".
Afirma Gómez que, para que la inteligencia artificial funcione se necesitan grandes infraestructuras, grandes volúmenes de datos, modelos y algoritmos: la IA que razona y explica, la IA que aprende y la IA generativa, que se llama así porque, a partir de grandes volúmenes de datos, genera nuevos datos, imágenes, vídeos o textos.
Habló además de la existencia de los grandes modelos y de cómo estos son capaces de predecir la siguiente palabra, así como de la importancia de la creación de corpus que no tengan sesgos, que no utilicen un lenguaje tóxico, correctamente anonimizados, actualizados y muy respetuosos con los aspectos de propiedad intelectual, sin olvidarse de las alucinaciones o errores que estos modelos cometen.
Asunción Gómez-Pérez, comentó que después del XVI Congreso de la ASALE en Sevilla en 2019, se ha trabajado, por un lado, con alianzas con grandes empresas tecnológicas como Microsoft, Google, Amazon Web Services o Telefónica, con las que se han llevado a cabo distintos desarrollos; y, por otro lado, con una segunda fase —financiada con los fondos europeos Next Generation del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital en el contexto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia— en la que se encuentra ahora mismo inmerso el proyecto de la inteligencia artificial.
Con respecto a esa segunda línea de trabajo destacó dos resultados: la construcción de una plataforma, que almacenará los materiales lingüísticos de la RAE y un software que permitirá el acceso de aplicaciones a los recursos y lel uso concreto de un observatorio para la detección de neologismos, derivados, tecnicismos, regionalismos y extranjerismos, así como nuevos usos de palabras; un verificador lingüístico; un sistema de preguntas-respuestas supervisado para resolver dudas lingüísticas; la mejora de herramientas para la regulación de la lengua, y, finalmente, un sistema de recopilación de material basado en la diversidad tanto de corpus orales como escritos. Todo ello respetando siempre los estándares de accesibilidad, que incluyen el lenguaje claro y la lectura fácil.
En el Congreso los participantes coincidieron en señalar que se ha llegado ya a la necesidad de procurar que se enseñe un español correcto a las máquinas y también desarrollar herramientas y aplicaciones que ayuden a los humanos a adquirir un buen uso del español.