Por Fernando Borja Gallegos
11 de julio de 2021
El Presidente de la Cámara del Senado, Joseph Lambert, fue nombrado Presidente de la República de Haití, por un pequeño grupo de los Miembros de la Cámara Alta.
El flamante Presidente desconoció la autoridad de Claude Joseph, Primer Ministro, en ejercicio del cargo, desde la muerte del Presidente Moise.
El Presidente Lambert, asumió el poder hasta el 7 de febrero de 2022, fecha en la que debía terminar el mandato el Jefe de Estado asesinado.
Lambert, también, rechazó la autoridad de Ariel Henry, que no llegó a posesionarse del cargo de Primer Ministro, aunque fue designado por Moise 48 horas antes de su muerte. Lambert afirmó que dentro de sus planes está formar un Consejo Electoral que se encargue de convocar a elecciones para fines de julio del presente año 2021.
Cabe destacar que el Primer Ministro Claude Joseph, desde el magnicidio de Moise, cuenta con el apoyo de la Policía, del Ejército, y, aparentemente, de las Naciones Unidas y de Estados Unidos.
En medio de este caos, Estado Unidos envió una delegación de su gobierno a fin de que mantenga conversaciones con los políticos que se disputan el cargo de Presidente de Haití (Claude Joseph, Ariel Henry y Joseph Lambert).
Haití, que se debate entre la miseria y la inseguridad, entre la realidad y la ficción, sufre la violencia desatada e incrementada por bandas armadas que operan en su capital Puerto Príncipe y en el resto del país.
Las pandillas en pugnas han recrudecido sus luchas por el control del territorio nacional, pero lo extraño es que los integrantes de dichas bandas cuentan con sofisticado armamento, sin que las Fuerzas de Seguridad del Estado controlen su porte y uso.
¿Quién entrega el armamento? ¿Qué políticos financian el crimen organizado? ¿Por qué la Policía no detiene a los infractores de secuestros y asesinatos?
En medio de este laberinto, el homicidio del Presidente Moise es un misterio. Los asesinos son apresados y no declaran nada que clarifiquen los hechos. ¿La Escolta Presidencial es cómplice o encubridora?. Abrigo la esperanza de que la eficaz cooperación de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos-FBI- y la cooperación de Interpol de Colombia, puedan desvanecer las dudas, clarificar los hechos y, por ende, llevar a los culpables a la sanción por sus delitos.
El magnicidio en América no llama la atención, como ejemplo, por el momento, puntualizaré tres casos: el Presidente de Haití, Jean Vilbrun Guillaume Sam, fue asesinado el 27 de julio de 1915. Se refugió en la Embajada de Francia, en la que obtuvo asilo. La turba enardecida penetró en la Sede Diplomática, capturó al Presidente, lo arrastró, lo golpeó y lo mató.
En Panamá, el 2 de enero de 1955, el Presidente José Antonio Remón, murió a tiros en el Palco Presidencial del Hipódromo de Panamá. Los autores del magnicidio no fueron identificados.
En Chile, el 11 de septiembre de 1973, el Presidente Salvador Allende, murió en el Palacio de la Moneda luego de que fuera bombardeado. Se aseveró que se suicidó, aunque sus seguidores afirman lo contrario.
Formulo votos porque se castigue a los autores, cómplices y encubridores del magnicidio y que, con el concurso de las Naciones Unidas y de la OEA, se organicen elecciones libres a fin de que se restaure la democracia en ese atormentado país.