Por Fernando Borja Gallegos
19 de julio de 2021
En mi artículo “Haití: entre asesinos y encubridores”, publicado el 11 de julio de 2021, en Radio Equinoccio.com, subrayé que en medio del caos imperante en Haití tras el asesinato de su Presidente Jovenel Moise, tres políticos se disputaban el poder: Claude Joseph, Primer Ministro en ejercicio desde el magnicidio, Ariel Henry, Primer Ministro designado por el fallecido Presidente, dos días antes de su muerte, y Joseph Lambert, Presidente de la Cámara del Senado.
En medio del mentado laberinto, ventajosamente, los referidos políticos han llegado a un positivo acuerdo dentro de sus disputas.
El mentado Primer Ministro, Claude Joseph, renuncia a su alto cargo y, por tanto, asume este martes 20 de julio, Ariel Henry. Claude Joseph, se desempeñará como Ministro de Relaciones Exteriores del nuevo Gobierno.
En todo caso, el país más pobre de América, cuyo Presidente fue asesinado a tiros en su domicilio, ubicado en Pétionville, exclusivo barrio de Puerto Príncipe, el pasado 7 de julio de 2021, podrá descansar tranquilo si se cumple su anhelo de llevar a su país a la restauración total del sistema democrático.
Jovenel Moise, ejerció el cargo de Presidente de Haití desde el año 2017. En los primeros días acusaron de irregularidades a la campaña. Posteriormente, se repitieron las elecciones en las cuales ganó con claridad y transparencia.
En lo internacional: rompió con el Gobierno de Venezuela. Con la Organización de Estados Americanos, con el Gobierno Americano y con el CORE, grupo de Amigos de Haití (Canadá, Estados Unidos, Francia, España y Brasil) mantuvo muy buenas relaciones y, por ende, respaldaron su plan de que termine su mandato el 2022, luego de que se efectúen elecciones en septiembre de 2021.
Abrigo la esperanza que el próximo gobierno, producto de elecciones libérrimas asuma el poder en septiembre del 2022. No es posible ni aceptable que en los últimos 30 años el país haya tenido más de 20 Presidentes. No se puede permitir que por oscuros intereses económicos se mantenga a más de 11 millones de habitantes en la total miseria.
Como ejemplo, suficiente recordar la inexplicable actitud que adoptaron para expulsar de la Presidencia al ilustrado ex sacerdote, Jean-Bertrand Aristide, quien asumió el poder en 1990, luego de un pulquérrimo proceso electoral y, lamentablemente, fue depuesto antes de cumplir un año en el ejercicio de su cargo, como afirmo en mi artículo “Haití: entre la muerte del Presidente y el fin de la democracia”, publicado el 9 de julio de 2021.
La Primera Dama Martine Moise, viuda del Presidente asesinado, según la prensa internacional, arribó a Puerto Príncipe, el sábado 17 de julio, vestida de negro entero, portando un chaleco antibalas y un cabestrillo negro en el brazo derecho. En sobria y parca ceremonia fue recibida por el todavía Primer Ministro Claude Joseph.
No descarto que el dolido pueblo de Haití, luego del repudiable atentado en el que perdió la vida su Presidente Jovenel Moise, promueva la candidatura de su viuda para la Jefatura del Estado, única manera de que se descubra y se sancione a todos los autores, cómplices y encubridores del magnicidio.