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Lunes, 10 Julio 2023 01:12

DE HIROSHIMA Y NAGASAKI A UN NUEVO CONFLICTO NUCLEAR

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Por Fernando Borja Gallegos

9 de julio de 2023

Quizá, el recuerdo del bombardeo atómico ayude a crear conciencia de que es necesario impedir que se produzca una nueva conflagración mundial. El próximo mes, aparecerá en la mente de la mayoría de los habitantes de la tierra, lo que aconteció en 1945:

La madrugada del 6 de agosto de 1945, en la ciudad japonesa de Hiroshima, a las 8.15 a.m., un B-29 norteamericano, piloteado por Paul Tibbets y Robert Lewis, lanzó la primera bomba atómica denominada LITTLE BOY, de 15.000 toneladas de TNT, causando la muerte de más de 70.000 personas en el acto.

Tres días después, el 9 de agosto de 1945, en la ciudad de Nagasaki, a las 11.02 a.m., otra bomba atómica equivalente a 22.000 toneladas de TNT, fue lanzada sobre la ciudad, en la que perecieron más de 40.000 personas en el acto y miles más en los meses posteriores.

Las dos ciudades quedaron destruidas, arrasadas, los muertos por millares, las víctimas que no fallecieron inmediatamente carecieron de ayuda, no había hospitales ni personal médico. Un gran incendio consumía todo y la lluvia radioactiva causaba daños. Cientos de quemados desfigurados, con la piel en jirones gemían, lloraban, provocando espanto y dolor.

El primero de enero de 2020, se publicó en Radio Equinoccio.com, mi artículo cuyo título es “LA GUERRA QUE NO SE PODRA NARRAR”, el mismo que se reprodujo y consta en las páginas 29, 30, 31 y 32 de mi libro “El Imperio del delito, de lo indignados de ayer a los enardecidos de hoy”, primera edición de febrero de 2020.

Al desenvolver mi artículo, sostengo que “el año 2020, se inicia en un ambiente tenso por el peligro de una conflagración mundial: Estados Unidos de Norteamérica y China, en pugna por el control de las aguas del Pacífico e islas adyacentes; Rusia y Siria, enfrentados con Estados Unidos de Norteamérica; Israel e Irán, buscando incrementar su influencia en Medio Oriente; Irán  enfrentado con la Unión Europea y Estados Unidos de Norteamérica, por haber reactivado su desarrollo nuclear; India y Pakistán, potencias con arsenal atómico, en litigio por Cachemira; Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos de Norteamérica, con los nervios de punta, por Crimea; Corea del Sur, Corea del Norte y Japón, con mutuas amenazas; y, el resto de países atemorizados por la perspectiva de una tercera guerra…que no se podrá narrar”.

Aunque parezca increíble, el panorama internacional no cambió desde aquella fecha, por lo contrario, la invasión a Ucrania, la conducta irresponsable del Presidente Putin, al reconocer a Donetsk y Lugansk como repúblicas independientes, produjeron la lógica reacción de Estados Unidos, de la Unión Europea y de todos los países que integran la Organización del Tratado de Atlántico Norte-OTAN-.

En medio de este laberinto, los mandatarios de los países de la OTAN, que asistieron a la reunión en Bruselas, el día 24 de marzo del 2022, al abordar lo atinente a las nuevas sanciones contra Rusia, concluyeron recomendando a China para que deje de apoyar a Rusia y aseveraron “nos preocupa los recientes comentarios públicos de funcionarios de la República Popular China y pedimos que deje de ampliar las falsas narrativas del Kremlin en participar sobre la guerra y sobre la OTAN, y que promueva una resolución pacífica del conflicto”.

La pretensión de Ucrania de pertenecer a la Unión Europea y, por ende, a la OTAN dio inicio al conflicto puntualizado: ¿fue racional dicha pretensión? ¿fue planificado este conflicto bélico?... solo el tiempo lo dirá.

En el actual momento, pese a la reacción en contra, Estados Unidos de Norteamérica anuncia el envío de bombas de racimo. La Organización de Naciones Unidas, ONU, por medio de su portavoz, Antonio Guterres, rechazó dicho envío y rememoró la Convención sobre municiones en racimo, adoptada hace 15 años.

El Presidente de China Xi Jinping, pidió a su ejército estar preparado para la guerra en todo momento, por cuanto China afronta una situación de seguridad cada vez más inestable e incierta.

Si agregamos a estas actitudes y declaraciones, los comentarios de voceros de la Unión Europea y de la OTAN, podemos concluir afirmando que, lamentablemente, nos conducen a una tercera guerra mundial.

 

 

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