Por Fernando Borja Gallegos
16 de septiembre de 2023
El 9 de julio de 2021, se publicó mi artículo HAITI: ENTRE LA MUERTE DEL PRESIDENTE Y EL FIN DE LA DEMOCRACIA, en Radio Equinoccio.com, en el cual abordo lo atiente al repudiable magnicidio del Presidente de Haití, Jovenel Moise, perpetrado en la madrugada del 7 de julio de ese año.
Rememoré que varias dictaduras, múltiples rebeliones y repugnantes e inescrupulosos políticos, llevaron a ese país a que se garantice la vigencia del delito.
El magnicidio se produjo cuando faltaban 60 días para las elecciones generales, convocadas para elegir Presidente de la República y Miembros del Congreso Nacional.
Oportuno subrayar que el Presidente Moise, pocos meses antes de su asesinato, denunció un plan para derrocarlo, en los siguientes términos: “los oligarcas corruptos acostumbrados a controlar a los Presidentes, a los Ministros, al Parlamento y a la Función Judicial, piensan que pueden tomar la presidencia, pero solo hay un camino: las elecciones. Nuestras decisiones sientan mal a quienes se sienten poderosos e intocables. Un pequeño grupo de oligarcas están detrás del golpe y quieren apoderarse del país”.
No se debe olvidar que el caos disolvente se activó, nuevamente, por una conspiración nacional e internacional que depuso al ilustrado presidente, Jean Bertrand Aristide, que asumió el poder en 1990, luego de elecciones democráticas y transparentes, antes de cumplir un año en el ejercicio de su cargo.
El 11 de julio de 2021, en mi artículo Haití: entre asesinos y encubridores, publicado en Radio Equinoccio.com, puntualizo que Haití se debate entre la miseria y la inseguridad, que sufre la violencia desatada e incrementada por bandas armadas que operan en su capital Puerto Príncipe y en el resto del país. Por ende, el Orden Jurídico desapareció en ese agobiado país.
En la República del Ecuador, bandas criminales actúan impunemente en el territorio nacional. Las pugnas entre la Corte Suprema y el Consejo de la Judicatura. El enfrentamiento entre el Consejo de Participación Ciudadana y la Corte Constitucional. La negligencia de ciertos jueces y la imposibilidad de la Fuerza Pública de castigar a los delincuentes mantiene a la sociedad en shock.
Imprescindible traer a la memoria el asesinato del candidato a la Presidencia de la República, Fernando Villavicencio, cuando faltaban pocos días para la Primera Vuelta Electoral. Si añadimos al magnicidio referido, las varias muertes de funcionarios de elección popular, se puede afirmar, sin temor a equivocarnos que, el Orden Jurídico, se ha debilitado a extremos jamás vistos.,
Los elementos del Estado, según varios tratadistas, son “Orden Jurídico, Pueblo y Territorio”. Por tanto, es importante se lo observe, se lo respete. Si una o varias normas de su Orden Jurídico se infringen sin que al transgresor se lo sancione. Todo el Orden Jurídico se debilita y, más aún, con el nefasto precedente que se sienta al garantizar la impunidad de los infractores, los proclives al delito se soliviantan y, entonces sí, se ponen las bases para la anarquía, antecedente inmediato de la desaparición del Estado.
De no adoptar, la sociedad ecuatoriana, los correctivos pertinentes, continuará la sociedad por el camino que sigue, lamentablemente, la sociedad haitiana.