Por Fernando Borja Gallegos
12 de septiembre de 2024
Hoy, Ecuador enfrenta muchos desafíos. En medio de un proceso electoral que se inicia, encontramos varios candidatos a Presidentes de la República: las pugnas de siempre. Casi todos son iguales. Muchos de ellos colaboraron con diferentes gobiernos, ya como ministros de Estado, directivos, altos funcionarios. Apoyaron a jefes de Estado y contribuyeron a su triunfo, por ende, cooperaron para ejecutar sus planes. Por tanto, ¿la discrepancia es real o aparente?, ¿el desacuerdo es verídico?, ¿la distancia es cierta?.
No se debe estigmatizar a los colaboradores de pasados gobiernos. Tampoco azuzar a la muchedumbre en contra de los coparticipes de otros regímenes. En el juego democrático en el Ecuador “la dirigencia política” ha colaborado con casi todos los jefes de Estado.
“Qué fácil resulta eso de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, es un adagio que encierra una gran lección.
En el actual momento preciso, se debe estimular al pueblo a fin de que busque la verdad de los hechos acaecidos en el pasado y en el presente y una vez enterado de ellos, con conocimiento de causa, deposite su voto por lo que considere la mejor opción para la República en las próximas elecciones.
Considerando las mentadas elecciones para febrero de 2025, estimo prudente rememorar mi artículo “Elecciones en el Ecuador: entre máscaras y disfraces”, publicado en Radio Equinoccio.com el 3 de junio de 2023.
“Todos se preparan para la “gran fiesta de la democracia”, en la cual se elegirán presidente y vicepresidente de la República y miembros de la Asamblea Nacional. Desde tiempos remotos, los aspirantes combinan exposiciones, música, discursos, festivales con payasos, bailes, también se incluye abundante comida, como aguados de gallina y, el más popular, el tradicional sándwich con la respectiva cola. Los candidatos ponen todo el coraje y la pasión a los discursos que pronuncian. Buscan cuidadosamente impactar a sus seguidores con un estilo diferente, prometen dar solución a todos los problemas, sean estos políticos, económicos o sociales. Es impresionante e inolvidable “el acto de campaña” la música suena, el licor circula y los anhelos y transitorios pesimismos se esfuman en el ambiente. La fiesta de máscaras y disfraces se convierte en una gran ocasión para captar adeptos. Sin embargo, algunos advierten que todos los discursos de los aspirantes a cargos de elección popular son iguales, tratan de complacer a sus partidarios, abordan superficialmente los problemas que aquejan a la mayoría de los ecuatorianos, sin nada de fondo, vacíos, huecos e intrascendentes. En medio de ese laberinto, aparece la clara visión de la máscara que cubre aquel rostro que oculta su verdadera cara. Exterioriza sentimientos de solidaridad, de bondad infinita, de reivindicaciones sociales, de igualdad, de respeto a sus semejantes. Pero es tarde, la máscara cae milagrosamente y el impostor es descubierto… El disfraz ya no oculta su personalidad… todo termina, la fiesta concluye… el pueblo desengañado medita”.
La República del Ecuador enfrenta muchos desafíos, su dirigencia política, como sostuve en su oportunidad, abandonó el principio de que “es mejor sucumbir que pactar”, todas son máscaras y disfraces que ocultan el verdadero rostro de los propugnadores de aparentes cambios, por ende, el pueblo ecuatoriano tendrá que elegir entre la libertad y el orden o la inmoralidad y el crimen.
Fundamental que el pueblo mediante su libérrimo voto rechace a los autores, cómplices y encubridores de los desafueros e inmoralidades que han agobiado a la República.