Por Fernando Borja Gallegos
23 de junio de 2019
La pugna entre en Irán y Arabia Saudí por el control del Golfo Pérsico. La perenne antipatía entre Israel e Irán, principalmente incrementada por grupos radicales, torna muy grave el panorama en la región.
El fracaso del acuerdo nuclear firmado por Irán, Estados Unidos de América, Rusia, China, Alemania, Francia y Reino Unido, por el cual Irán se comprometió a limitar su programa nuclear a cambio de la supresión de las sanciones internacionales, ahonda la crisis económica y social en Irán y pone en peligro la estabilidad mundial.
En años precedentes se produjeron violentas manifestaciones que dejaron muertos y heridos, por la crisis que atraviesa el país persa.
El radical ex Presidente Mahmud Ahmadineyad, aprovechándose de la crisis, criticó al Presidente Rohani y su gobierno por lo que fue apresado, con el visto bueno del Líder Supremo de Irán, Ayatolá Ali Jameini.
Se debe recordar que Ahmadineyad fue Presidente de Irán, en dos períodos consecutivos, del 3 de agosto de 2005 al 3 de agosto de 2013. En su mandato exteriorizó su deseo de que “el Estado de Israel sea borrado del mapa”, declaración que generó la lógica y enérgica protesta de la Comunidad Internacional.
El hoy, Presidente de Irán Hasan Rohani, moderado Jefe de Estado, buscó el acuerdo nuclear con Occidente, lamentablemente, el fracaso del acuerdo, impedirá el retorno a la tranquilidad.
Fundamental rememorar que el Presidente de Irán es elegido para un período de cuatro años, por voto directo popular y puede ser reelegido por una sola vez, es decir, ocho años.
El Presidente de Irán, no tiene el control absoluto de la política exterior y de las Fuerzas Armadas, ya que éstas, en mucho dependen del Líder Supremo.
El actual Líder Supremo es el Ayatolá Sayyid Alí Hoseiní Jaimeini, que inició su mandato el 4 de junio de 1989.
El actual Líder Supremo, reemplazó al Ayatolá Sayy Ruhollah Musavi Jameini, que ejerció su mandato desde el 3 de junio de 1979 hasta el 3 de junio de 1989. Fue el Ayatolá que inspiró y lideró la Revolución Islámica que derrocó al Sha Mohammad Reza Pahleví en 1979.
El incremento del conflicto y las desafiantes declaraciones de unos y otros, están arrastrando a los actores del mismo hasta el extremo que no se podrá retornar a la cordura.
El Presidente Donald Trump, sostuvo que “ordené bombardear objetivos iraníes como represalia por el derribo de un dron, pero dejé sin efecto dicha orden, para evitar víctimas”.
El General Abolfazl Shekarchi, portavoz de las Fuerzas Armadas Iraníes, dijo “Cualquier error de Estados Unidos o sus aliados, sería como disparar contra un barril de pólvora”.
Es necesario que Estados Unidos e Irán, impidan que se repitan incidentes militares en las aguas del Golfo Pérsico y suspendan el lenguaje agresivo que los caracteriza este momento.
Abrigo la esperanza que en la reunión del G 20, que tendrá lugar en Osaka-Japón, del 28 al 29 de junio, se encuentre solución al problema planteado.
Tanto y tanto se habla sobre el Estrecho de Ormuz, por el que pasa o se transporta el 30% del petróleo mundial, sin advertir que puede ser el punto de partida de un conflicto que no permitirá volver a comentar de los tres kilómetros por el cual transita el mentado petróleo.