Por Fernando Borja Gallegos
4 de marzo del 2017
Con inmensa tristeza en este mes se recordará el 11 de marzo de 1999, en que el doctor Yamil Mahuad Witt, Presidente de la República, expidió el decreto número 685 de 11 de marzo de 1999, que se publicó en el registro Oficial No 149, de 18 de ese mismo mes y año, en virtud del cual se confiscó el dinero de los habitantes del Ecuador.
Con el fin de complementar su siniestra obra, el 9 de enero del año 2000, dispuso la dolarización en el Ecuador, para cuyo efecto fijó en 25.000 sucres cada dólar de los Estados Unidos de Norteamérica.
Al fijar en 25.000 sucres el cambio, se benefició a los principales grupos políticos y económicos. Las criminales medidas económicas que adoptó el régimen de Mahuad, produjeron la salida de más de un millón de ecuatorianos al exterior, lo que trajo como lógica consecuencia, la destrucción del entorno familiar, por ende, el desamparo de mujeres y niños, como sostengo en mi libro cuyo título es Aquí existió un país: su noble pueblo no pudo contra la corrupción.
La situación de los jubilados fue catastrófica. El golpe que recibieron, en muchos casos, causó su muerte. Para clarificar el cuadro suficiente citar como ejemplo: un jubilado que ahorró 100.000 sucres en un banco, al dolarizar el doctor Mahuad la economía, los 100.000 sucres se transformaron en cuatro dólares.
El pueblo ecuatoriano no debe olvidar los nombres de los autores, cómplices y encubridores del feriado bancario, de la dolarización que infringió el artículo 264 de la Constitución de 1998, vigente a la fecha, pese a lo cual los principales prohombres de la política guardaron silencio frente a la inobservancia del mentado artículo 264 que preceptúa “la unidad monetaria es el sucre”.
Llama la atención que en este preciso momento se recomiende, por parte de los denominados “genios de la economía” el blindaje constitucional de la dolarización. ¿Qué garantía de subsistencia tiene un precepto constitucional?. Cuando se infringió el artículo 264 de la mentada Constitución se guardó profundo silencio.
Solo un demente puede recomendar desdolarizar la economía nacional, la inflación sería irreversible, el caos disolvente, por tanto, se deben adoptar las medidas conducentes que garanticen la dolarización imperante y el bienestar del pueblo ecuatoriano. Solo en pensar en la desdolarización un miedo incontenible se advierte en el ambiente.