DIARIO EL TIEMPO DE QUITO
27 DE JULIO DE 1978
EL DRAMA LOJANO
Contra viento y marea
Javier Simancas C.(Juan de la Luna S.)*
El drama que nuevamente vive Loja, recuerda aquel de hace una década, cuando millares de campesinos emigraron hacia todas las regiones de la Patria. Abandonaron sus tierras por la inmisericorde sequía y la total indiferencia gubernamental.
Hoy parece que la historia se repite. Esta vez el grito de socorro nace del sector sur occidental de la provincia en donde la total ausencia de agua, ahonda más el difícil panorama socio-económico de los habitantes de esa zona fronteriza, que no ha logrado recuperarse de las repetidas desastres provocados por las sequías y otros fenómenos naturales.
Hace diez años, una prolongada sequía y luego los azotes de un terremoto, pusieron a prueba el valor y estoicismo del lojano. Las huellas profundas y el drama humano de miles de familias siguen latentes y aún afectan socialmente a la provincia. La sequía, y sus secuelas de dolor, miseria y abandono, vuelve como fúnebre cortejo a angustiar a Loja y la vida de las humildes familias campesinas que prefirieron el hambre y la desesperanza que dejar sus tierras.
Nuevamente, como hace una década, las puertas de las oficinas públicas vuelven a ser tocadas para que conozcan el drama y se adopten medidas preventivas para evitar el desastre total.
La única riqueza de los lojanos es el suelo y la naturaleza hostil que pretende aniquilarlos. Lo que antes eran inmensos bosques han desaparecido y la tierra está erosionada, seca, muerta. Asombra a quienes conocieron la provincia floreciente y rica verla abandonada y estéril; tierra sin bosques ni praderas, salvo aquellos huertos que aún se levantan junto a lo que eran torrentosos ríos y cuya producción sirve apenas para la subsistencia diaria.
Malos años, duras pruebas para un pueblo rebelde. Hay tanto temor y duda que hoy apenas el treinta por ciento de un total de 9 mil 926 kilómetros cuadrados que tiene la región están cultivados. Las zonas ricas en producción cafetalera y otras de gran futuro ganadero en otra hora, apenas satisfacen las necesidades cantonales.
Los campos lojanos no tienen ni una gota de agua. El fantasma del olvido y tragedia se cierne porque a estas desgracias naturales se suman los problemas que acarrean miles de madres sin atención médico materno infantil; miles de hombres que adolecen de enfermedades infecto contagiosas. Malaria, tuberculosis son las principales enfermedades que agobian al campesino. La falta de servicios sanitarios como agua potable, alcantarillado, telecomunicaciones, buenas carreteras, luz eléctrica también identifican a esa región fronteriza.
El analfabetismo y los anacrónicos sistemas de comunicación hacen de Loja una provincia aislada. La educación pública se desenvuelve en condiciones precarias y de peligro para los propios educandos. Los permanentes atentados a nuestra nacionalidad en las fronteras por la falta de material didáctico nacional, son entre otros, los factores que muestran a Loja como la provincia del olvido y tragedia.
Este drama lojano tiene sus cómplices entre los propios representantes locales y desde luego en los altos organismos de decisión gubernamental. Nunca se quiso encarar la grave tragedia de Loja declarada en emergencia. 1.500 millones de sucres, debían invertirse para colocar a la región en su estado normal, según reveló la Junta Nacional de Planificación y Coordinación Económica.
Loja sigue siendo sinónimo de distancia, dolor y olvido. Es una bomba de tiempo a punto de estallar y reclamar para reclamar sus derechos. Es hora de mirarla, es hora de recordar que Loja es frontera, es ejemplo de valor, es Patria, es Ecuador.
- Artículo escrito por Javier Simancas con el seudónimo Juan de la Luna S.