DIARIO EL TIEMPO DE QUITO
23 DE NOVIEMBRE DE 1978
Contra viento y marea
FIN DEL DRAMA ELECCIONARIO
Javier Simancas C. (Juan de la Luna S.)
Ha resultado muy fácil para el Tribunal Supremo Electoral determinar las causas de nulidad, anomalías e irregularidades cometidas en el acto electoral del 16 de julio, pero parece que les resulta difícil determinar quiénes son los responsables de estos hechos.
Ha sido muy fácil para los partidos interesados aceptar que hubo fraude, pero muy difícil también señalar a los autores. En consecuencia los actos de ese organismo electoral y de los partidos políticos se mueven dentro de un orden secundario y no de fondo que debe caracterizar a las acciones políticas que tienen como objetivo fundamental profundizar en las raíces de democratización que necesita la República para el retorno a la normalidad jurídica y constitucional.
Más bien, los líderes políticos encaminaron su gestión hacia una revisión de plan de retorno y no faltaron voces que clamaron porque el Gobierno de las Fuerzas Armadas adopte una postura contraria a la señalada por el pueblo ecuatoriano a través de su voto. Las alternativas que plantearon: un Gobierno de transición, Asamblea Constituyente, anulación de las elecciones y la repetición de las mismas; la renuncia del candidato que ocupa el segundo lugar, incluso la de descalificar al candidato que ocupa el primer lugar y al partido que los auspicia.
Voces sin eco porque nada consiguieron pero en cambio si lograron intranquilizar al país a las Fuerzas Armadas y a los apologistas políticos que se pronuncian contra otro golpe militar, pero que lo auspician.
La poca fuerza de los partidos políticos y la falta de decisión de los miembros del organismo electoral, impiden conocer claramente quienes son los responsables del fraude; posición que dista mucho de aquella por quien fuera Presidente del Tribunal, que con errores y poses censurables, señaló con el dedo a los cómplices y encubridores del fraude.
El drama eleccionario ha concluido. Las victorias de Jaime Roldós Aguilera, en primer lugar y la de Durán Ballén, en segundo lugar, tendrán desde ahora muchos padrinos. Los derrotados deberán enjuiciar sus propios errores. Pero no queda la menor duda, que hasta el momento se oculta una gran verdad; se ha dicho solo parte de ella. Hubo fraude electoral, sabemos quién lo hizo..., pero la “prudencia aconseja…o el miedo a que no concluya el proceso”
Artículo escrito por Javier Simancas C. con el seudónimo de Juan de la Luna S.