DIARIO EL TIEMPO DE QUITO
24 DE FEBRERO DE 1979
Contra viento y marea
LA DEFENSA CIVIL
Javier Simancas C. (Juan de la Luna S.)
Los desastres que se presentan en el país por fenómenos naturales o artificiales en el momento menos pensado exigen que, de manera impostergable, se adopten las medidas para prevenirlos y atenderlos mediante la acción coordinada con la población que ante las eventualidades no sabe qué hacer.
Tenemos un organismo llamado la Dirección Nacional de Defensa Civil, que funciona como una dependencia de Consejo Nacional de Seguridad que, por desgracia, no puede cumplir con su cometido por la falta de elementos técnicos, humanos y recursos económicos que le permitan encarar eficazmente este tipo de eventualidades.
La buena voluntad de ese reducido grupo choca con la falta de colaboración de los demás organismos y entidades públicas que son parte integrante de la defensa civil.. De ahí que este organismo de prevención de desastres, se active solamente en los momentos más difíciles, cuando debe funcionar como un organismo permanente que se preocupe fundamentalmente de educar a la población, de aconsejar de como debe actuar en las circunstancias de crisis, y sobre todo preocuparse de contar con los medios necesarios para encara las emergencias.
Nuestro territorio asentado en una cadena de volcanes es muy propenso a los terremotos, pero la población ignora que debe hacer ante los mismos, razón por la que la mayoría de las desgracias no son precisamente por las catástrofes en sí, sino porque el pánico y la desesperación cunde entre los habitantes.
Las inundaciones, las sequías, son también desastres que alteran la vida nacional; pero el organismo de defensa civil, no ha podido atender, ni prevenir sus consecuencias, porque no cuenta con los recursos económicos necesarios. Tienen que recurrir a los presupuestos de otras instituciones para realizar obras de prevención de inundaciones y depender de las Fuerzas Armadas.
En muchas ocasiones esas entidades eliminan esas partidas sin embargo de que tienen los estudios realizados sobre el desbordamiento de los ríos de la región costanera que año a año causan tremendos daños a la producción agrícola. Muy poco o casi nada se ha hecho para construir canales de contención, puentes y demás obras emergentes que pueden atender las situaciones de los habitantes de la zonas rurales.
Ahora mismo encaramos el problema de la total ausencia de agua para la producción. Sus efectos además alcanzan a las zonas urbanas.
La Dirección de Defensa Civil ha activado a su organismo de apoyo, pero estos siguen haciendo una evaluación de los daños que causa la sequía y demoran la adopción delas medidas emergentes.
Lo que se hace indispensable es que la Dirección de Defensa Civil, llamada actuar no solamente en tiempos de guerra sino también en tiempos de paz, que tenga los elementos y recursos indispensables para su misión y para ello le corresponde delinear un verdadero plan en el que la mayor parte de las responsabilidades estén en manos de la población civil, puesto que sabiendo actuar la colectividad se evitarán los mayores problemas que provocan los desastres naturales.
Sin estos requisitos y sin la participación ciudadana la Defensa Civil va camino al fracaso. Es hora de actuar con seriedad para atender estos casos imprevisibles que atentan el proceso de desarrollo nacional y la vida de lo habitantes del país.
*Artículo escrito por Javier Simancas C. con el seudónimo de Juan de la Luna S.