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Domingo, 23 Julio 2023 03:05

DESUNION Y CAOS

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DIARIO EL TIEMPO DE QUITO

18 DE OCTUBRE DE 1979

Espejo del Ecuador

DESUNIÓN Y CAOS

Javier Simancas C.

La conciliación de los más altos representantes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo es un imperativo y una necesidad si no se quiere seguir fomentando la denunión y el caos entre ecuatorianos.

Será uno de los factores que ahondará más la crisis política, social y económica que vivimos e impediría que la naciente democracia pueda echar raíces profundas.

El nuevo orden constitucional alcanzado a costa de tantos sacrificios, en donde hasta el crimen político fue utilizado como recurso para frustrar la vuelta a la normalidad jurídica del Estado, no puede seguir ese mismo camino, adoptando poses beligerantes y fomentando la discordia entre civiles, sino haciendo causa común con los ideales del pueblo que reclama paz, trabajo, justicia, comida, educación y otras tantas formas de vivir en condiciones mucho más digna.

Como una negra mancha se está extendiendo en el país la beligerancia y la discordia.En muchos actos públicos fomentan odios y rencores, muchas medidas son tomadas con dedicatoria. A nivel de organizaciones sindicales las relaciones obrero-patronales son frágiles: Hay discrepancias entre estudiantes y profesores, entre estudiantes y Fuerzas Armadas por el llamado servicio militar obligatorio; hay choques entre instituciones armadas, hay inestabilidad y zozobra en los sectores medios del servicio público, hay represión frente a los paros colectivos que se hacen reclamando sus derechos; hay disputas partidistas que son el reflejo de la debilidad de los partidos lo cual es perjudicial para la salud democrática que reclaman.

Desgraciadamente este panorama de ahora es la herencia de ayer, es la secuela del caótico comienzo de la vida republicana. En los tortuosos años de fundación de la República, la lucha por el poder se hacía a sangre y fuego; militares y civiles tras el Poder, conservadores y liberales tras el Gobierno, rojos y azules prodigándose para asumir la dirección de la cosa pública. Las intrigas, las delaciones, las muertes accidentales,los crímenes políticos, en fin toda una instrumentación político-militar para alcanzar el Poder.

Esos vestigios perduran aunque no en la dimensión que muchos quisieran para sembrar la anarquìa y el caos en el país.

La esperanza de que el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo sean la personificación de la unidad nacional todavía nos queda, pero para ello hace falta deponer actitudes soberbias, resentimientos. Los ecuatorianos hemos elegido a ciudadanos que hoy dirigen el Ecuador con buena fe con el anhelo de que las viejas aspiraciones de cambio sean una realidad.

La reconciliación es imperativo y una necesidad como fundamento para la paz y tranquilidad de todos los ecuatorianos. Siendo hombres aptos y honestos los gobernantes, las pequeñeces humanas no pueden llevarles a provocar la desunión y el caos y lo más grave el retorno del militarismo político y corrupto.

 

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