Florita Proaño C.
Enfrentar a más de 22 organizaciones criminales armadas hasta los dientes, agazapadas en la sombra y capaces de atroces actos terroristas como incendios masivos, es realmente tarea de titanes.
El presidente Daniel Noboa, a sus 36 años, como el mandatario más joven del Ecuador, asumió con decisión la tarea de enfrentar a estas mafias a las que otros gobiernos impulsaron, solaparon o voltearon la cara. Las Fuerzas Armadas, incluyendo la Policía Nacional han asumido con él esta dura responsabilidad
Exponiendo su vida, la de su familia y sus tiernos niños ha enfrentado esta guerra para salvar a los ecuatorianos,de esta delincuencia atroz, capaz de matar a mansalva a familias enteras, incluyenda a niños, mujeres, jóvenes culpables o inocentes y a sus propios compinches. Mafías que recurren a todo tipo de maldad, como las de ahora que atacan cobardemente a poblaciones y ciudades enteras a través de incendios.
Baste mirar las historias de los capos de las mafias y sus cadenas de mando para darse cuenta de todas las formas de intimidación, filtración en las esferas del poder, armamento y dinero del que disponen y la frialdad con que asesinan y torturan.
Pero increíblemente, el presidente Noboa y las Fuerzas Armada se han quedado solos y abandonados del poder político que, por intereses mezquinos, ha soslayado su misión de servir al país. A la euforia inicial que caracterizó a esta declaratoria de guerra, siguió el abandono de los diferentes partidos políticos y bancadas de la Asamblea Nacional, incluyendo legisladoras de su propio partido, que empiezan a abandonar el barco.
La vicepresidenta, obligada legal y moralmente a respaldar al gobierno por el mandato que recibió en las urnas, traicionó esa misión desde el primer día y no ha dudado hasta en pedir la destitución. Los organismos constitucionales y de control le han dado también la espalda, negando sus iniciativas y menguando las alternativas propuestas no sólo para enfrentar esta guerra, sino la crisis económica y social del país.
Las críticas de sus enemigos políticos son atroces hasta para tildar su pausada y bien pensada forma de hablar como si la elocuencia fuera el único indicio de inteligencia, cuando todos sabemos que muchos de los líderes más locuaces han terminado siendo los peores tiranos.
La titánica tarea emprendida por el presidente Noboa merece, hoy más que nunca, el respaldo frontal de todos los ecuatorianos y de la comunidad internacional, sin distingo de ideología ni posición social o económica, porque está en juego la vida y el destino de nuestra familia, de nuestros hijos, de nuestro país, de nuestro continente, so pena de convertirnos en esclavos de la violencia y narcotráfico que va destruyendo todo.
No conozco personalmente al presidente Noboa pero recuerdo que cuando miraba en televisión su posesión presidencial, me nació aplaudirlo y bendecirlo una y otra vez, como si fuera un hijo y bendecir la valentía de su madre y familia.
Y bendecirlo hoy para pedir la protección divina frente a los nuevos peligros, porque se de la inmensa responsabilidad que tiene sobre sus hombros y todo lo que debe enfrentar para sacar al país adelante, incluyendo la soledad del poder cuando la envidia, la maldad y los egoísmos acechan.